lunes, 23 de mayo de 2016

Moda Industrial

¿Puede la moda de origen industrial brillar más que la alta costura artesanal?





La prenda que da la bienvenida a los visitantes de la nueva exposición del Instituto de Indumentaria en el Museo Metropolitano de Arte es un vestido de novia color marfil eclesiástico, con un velo de 20 pies que se aloja en una galería débilmente iluminada bajo una cúpula dramática que evoca la nave de una catedral. La música de Brian Eno susurra calma y de fondo, lo que sirve como una invitación a la contemplación silenciosa de esta obra maestra de Chanel de la alta costura, que el diseñador Karl Lagerfeld ha construido a partir de tejido de un traje de buceo.
El vestido es escultórico en su forma y profusamente adornado. Lagerfeld esbozó el patrón vagamente barroco, que fue manipulado y pixelado digitalmente. Los diamantes de imitación se adjuntan a continuación usando una prensa de calor. Luego, todo fue pintado a mano en oro. Un poco de bordado a mano se aprecia en la mezcla, lo que añade valor a su belleza real.
El vestido es testimonio de una impresionante colaboración entre el hombre y la máquina, que es el tema de la exhibición "Manus x Machina: Fashion in an Age of Technology" (Moda en la edad de la tecnología) que se extiende hasta el 14 de agosto. Esta exposición, curada por Andrew Bolton, sucede a su éxito de taquilla: "China: Through the Looking Glass" (A través del espejo), que fue el tema del documental The First Monday in May (El primer lunes de mayo). Esa película ofrece una mirada detrás de escena a los obstáculos que hoy existen para montar estos espectáculos de moda.
Pero la película también subraya cómo las formas de sus últimas exposiciones de vestuario, incluyendo "Alexander McQueen: Savage Beauty", se han conectado con los visitantes. En este caso, el comportamiento de Bolton puede ser reservado, pero él tiene un ojo para el espectáculo y ha sido capaz de cautivar al público con instalaciones que deslumbran con tanto drama como emoción. Es experto en hacer la magia de la moda dentro de esas paredes decorosas del Museo Metropolitano.
Pero esta exposición, sin embargo, es diferente. Es menos sobre la emoción de la ropa que sobre su construcción, a pesar de que un montón de estas prendas dan razones para que el visitante sonría, ría o incluso jadee de temor ante una blusa plisada de Iris Van Herpen impresa en 3D que se parece a un exoesqueleto prehistórico. El entorno es apropiadamente elegante pero no tiene el alarde publicitario de los hologramas, palos de luz o templos flotantes. En cierto modo esta exposición es similar a un concierto de un cantante a capela: no hay nada salvo la voz. Aquí, no hay nada salvo la moda. Esta es una exposición reflexiva acerca de la técnica y el oficio y de lo que significa conectar con la forma humana.
En cierto modo, esta exposición es también una crítica hacia la alfombra roja de la gala, ya no más escenario de la innovación y la belleza que los diseñadores aportan a su oficio, sino solo otra explosión de celebridad, narcisismo y extravagancia temática. La gala solía mostrar actores y músicos que usaban las más magníficas piezas de la colección de un diseñador; vestidos fascinantes que mostraban a la moda en su forma más consumada. Pero en los últimos años, la alfombra roja de la gala ha sido invadida por (el canal) E! y se ha convertido en una competencia por la atención. ¿Quien ganó, Madonna con su desnudo trasero Givenchy que ella declaró "una declaración feminista", o Beyoncé en su enjoyado látex que sirvió como cierre de esa alfombra roja ? ¿O Kanye West en su jeans y lentes de contacto azules rasgado?
Fuente: Robin Givhan / The Washington Post

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